La Danza de Las Espadas o "Bachimachía" además de
ser uno de los festejos más espectaculares del folklore español, es una de las
fiestas con más tradición de Obejo, pueblo invitado a la XXI Feria Agroganadera
del Valle de los Pedroches.
Se celebra tres
veces al año: el domingo
más próximo al 17 de enero con la celebración de San Antón, el domingo más
próximo al 21 de marzo con la romería de San Benito y el segundo sábado de
julio dentro de la feria y reúne a una gran multitud e espectadores.
Este pasado sábado 27 de abril, los asistentes a la Feria Agroganadera pudieron disfrutar de la Danza en pleno Recinto Ferial de Pozoblanco. Tras el acto institucional en el stand de Obejo, los danzantes acompañados por el estandarte, escenificaron esta danza en el exterior de la Caseta Municipal, ante un buen número de espectadores.
La danza es ejecutada
por unos 32 hombres dirigidos por un maestro. Visten con chaquetilla corta
de pana marrón, camisa blanca, pantalón de pana lisa color avellana, fajín rojo
y botas. En las manos, espadas de hierro forjado.
Durante la procesión, tras la misa en la ermita de San Benito o en la iglesia de San Antonio Abad, según el día, los danzantes no cesan en su baile, acompañados por la música del acordeón, la guitarra, el laúd y la pandereta. Avanzan, siempre delante del santo, en hileras, con las espadas como nexo de unión. El momento culminante, conocido como el "Patatú", es cuando los danzantes forman un círculo en torno al maestro de danza, cruzan las espadas y lo "ahorcan". Se para la música y a un golpe de pandereta el maestro se desliza por un lateral saltando y deshace el laberinto de danzantes y espadas. En este caso el “Patatú” se pudo ver junto a la fuente central del Recinto Ferial de Pozoblanco.
Los orígenes de la danza, vinculada a las danzas guerreras, no están del todo claros. La mayoría las sitúa entre los siglos XIV y XVI.
Durante la procesión, tras la misa en la ermita de San Benito o en la iglesia de San Antonio Abad, según el día, los danzantes no cesan en su baile, acompañados por la música del acordeón, la guitarra, el laúd y la pandereta. Avanzan, siempre delante del santo, en hileras, con las espadas como nexo de unión. El momento culminante, conocido como el "Patatú", es cuando los danzantes forman un círculo en torno al maestro de danza, cruzan las espadas y lo "ahorcan". Se para la música y a un golpe de pandereta el maestro se desliza por un lateral saltando y deshace el laberinto de danzantes y espadas. En este caso el “Patatú” se pudo ver junto a la fuente central del Recinto Ferial de Pozoblanco.
Los orígenes de la danza, vinculada a las danzas guerreras, no están del todo claros. La mayoría las sitúa entre los siglos XIV y XVI.
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