La velá de la cruz de Añora, en la noche del sábado y madrugada del domingo, volvió a reunir a miles de personas llegadas desde las provincias de Córdoba, Ciudad Real o Jaén, entre otras, para contemplar unas cruces únicas que no tienen comparación con ningunas otras y que surgen del arte y la creatividad de las mujeres noriegas que desde hace meses han venido preparando los adornos que sólo se exhiben una vez que se viste la cruz, el mismo sábado. Reunidas por calles y zonas, se utiliza alguna casa desocupada para juntarse cada tarde e ir preparando los adornos que guardan como preciado secreto ya que nadie que no pertenezca a esa cruz puede ver las flores de papel cuidadosamente elaboradas, los dibujos, los encajes o la disposición de las telas que utilizan para engalanar las ocho cruces exteriores de piedra o las cuatro interiores de las casas, siempre predominando el color blanco y los tonos claros, que destacan de manera especial con los focos que las iluminan.
En esta fiesta de interés turístico de Andalucía y como si de un ceremonial se tratase, ya a la una de la madrugada se empezó a repartir el chocolate caliente en cada cruz que vino muy bien pues las temperaturas iban cayendo, a la misma vez que las propias cruceras noriegas empezaban a deliberar los puntos que les van a dar al resto de cruces. Y junto al choclocate los dulces caseros como hojuelas o borrachuelos.
Todas esas puntuaciones, unido al voto de tres personas elegidas por el Ayuntamiento ajenas a las cruces, daban como resultado la puntuación final y por tanto los premios en metálico que se anunciaban a las 4.15 horas de la mañana en una abarrotada Casa de la Cultura. El alcalde, Bartolomé Madrid, llamaba a las representantes de cada cruz que entregaban su sobre. Al final, la cruz de San Pedro fue la ganadora en exteriores con 74 puntos, seguida de la de la calle Virgen con 70, mientras que tercera fue la de Chaparral con 57 puntos.
En cruces interiores se impuso la del número 28 de la calle Concepción, con 56 puntos y hubo un empate a 52 puntos entre la del número 16 de la calle Concepción y la de la calle Rastro, 20, que compartieron la segunda plaza. También se produjo el reconocimiento a la cruz infantil y a la de la residencia de mayores Fernando Santos, salida de las manos de esas mujeres que tantos años vivieron la fiesta.
Ayer domingo se pudieron contemplar también las cruces ya a plena luz del día, antes de que estas obras de arte tan efímeras sean retiradas entre la pena de quienes han venido trabajado tanto para lucirlas como marca la tradición el primer fin de semana de mayo.
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