Miércoles Santo, 12 de abril del 2017. Jornada con contrastes con el bullicio que supone en el encuentro en las calles de la ciudad con el Cristo de Medinaceli que tantos devotos tiene y al que tantas personas se encomiendan y el silencio y el recogimiento de la estación de penitencia con el rezo del Vía Crucis de otro Cristo objeto de muchas encomiendas personales, el de la Caridad.
Desde San Bartolomé partió el cortejo de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Rescatado Cristo de Medinaceli. Los braceros dedicaban la estación de penitencia a una chica del barrio fallecida.La apertura de las puertas del templo suponen ver desde dentro al otro lado a cientos y cientos de personas, muchas de ellas vecinas del barrio, que aguardan el momento en el que los braceros levantan en alto durante unos segundos el paso, una vez ya en el exterior, dónde una bracera, Cristina Márquez cantaba una saeta.
La procesión destaca por su escolta de romanos a caballo, que este año llevaban dos cuádrigas. Y cabe destacar también la juventud de quienes la banda de cornetas y tambores de Los Tolitos, que comienza una nueva etapa.
Desde Santa Catalina partía la Cofradía del Santísimo Cristo de la Caridad en su Vía Crucis; precisamente en el templo parroquial se rezaba la primera estación. Con un número creciente de hermanos, que portan faroles, el recogimiento y el silencio para la oración se acrecentaron una vez pasada la Carrera Oficial en calles como Andrés Peralbo, San Juan Bosco, San Antonio o San Rafael.
El cortejo incluía las tamboras roncas al principio y la capilla musical Mater Dolorosa de Pozoblanco antes del Cristo de la Caridad portado a hombros.
El Miércoles Santo, como en los días anteriores, destacó por las elevadas temperaturas diurnas y durante la tarde y primaverales por la noche, lo que invitó a salir a la calle, llegando a llenarse las sillas de Carrera Oficial en el paso del Rescatado Medinaceli.
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